¿Cómo viven los niños la cuarentena?

La Psicóloga Melisa Radici (Mat. N° 1560) nos ayuda a entender cómo viven los niños esta etapa de aislamiento social.  La importancia de recuperar el diálogo en este proceso.

Actualidad24 de marzo de 2020Carlos LuceroCarlos Lucero
radici

La Lic. en Psicología (Mat. N° 1560) es integrante del Equipo de Conducción del Centro de Acción Familiar N°4 de la ciudad de San Cristóbal. Es colaboradora Ad-Honorem en entrevistas en Cámara Gesell para el Ministerio Público de la Acusación y ha formado parte de diferentes equipos locales de niñez, adolescencia y familia, Clínica en Discapacidad y talleres con niños y familias.

El tiempo de aislamiento social, preventivo y obligatorio finaliza, en principio, el 31 de marzo. Si bien hay grandes posibilidades que se extienda, consultamos a la Psicóloga que atiende en la Mutual del Poder Judicial cómo vive el niño esta situación de pandemia.

¿Qué percepción tienen los niños de ésta situación de encierro? ¿Pueden llegar a disfrutarla o será una etapa que la recordarán como traumática? Recomendaciones para que no sea así.

En psicología, cuando hablamos de procesos emocionales, nunca 2 + 2 es 4, esto quiere decir que no podría generalizarse una percepción común en todos, o en todo caso habría que indagarlo niño por niño y ver si se arriba a una hipótesis más o menos general. Lo que sí creo importante compartir es que la percepción o representación que cada niño tenga o termine teniendo de ésta situación que estamos actualmente atravesando dependerá de su edad, su estilo de personalidad, su desarrollo cognitivo y madurativo, su contexto socio-cultural, las explicaciones que reciba de sus adultos de referencia, sus fortalezas y debilidades, los recursos con los que cuenta y los nuevos que pueda generar a consecuencia de lo que va experimentando, entre otras variables. Siguiendo esta línea, también será de suma importancia la manera en que manejen, elaboren, procesen y/o transiten ésta etapa los adultos de referencia con quienes comparta, principalmente la convivencia, durante los días de aislamiento social. Si bien es lógico que el miedo y la ansiedad frente a lo que no podemos controlar aumenten, somos permanentemente modelos y ejemplos de conducta frente a nuestros niños. Esto quiere decir que si atravesamos ésta etapa con esperanza, optimismo, manejando y afrontando nuestros miedos y ansiedades sin permitir que nos paralicen, generando recursos resilientes, disfrutando el tiempo en casa para conectarnos con actividades o propuestas  que tal vez en otro momento no disponemos del tiempo para llevarlas adelante; el proceso se transitará de manera distinta que si nos dejamos caer en la pasividad, nos  dominan emociones negativas, vivimos en la queja permanente o en el bombardeo constante de información, etc.

Nadie puede salir igual después de una crisis: el nuevo equilibrio que cada individuo, familia, pareja o el sistema que sea genere, será diferente al que existía previo a la crisis (en éste caso la pandemia). Cómo sea mencionado nuevo equilibrio dependerá, como dije, de la forma en la que se afronte y maneje. Es por ello que es fundamental aprender a entender cada crisis como oportunidad; oportunidad de ver lo que tengo para aprender, crecer, aportar y mejorar, afrontando la adversidad.

Recomendaciones para adultos que podrían ayudar a los niños a que ésta etapa no sea traumática en sí misma:

Ver qué hacemos con éste tiempo extra que tenemos; reencontrarnos con aquello que antes no podíamos. Aprovechando el tiempo en casa para estar más en contacto entre nosotros.

Ser modelos en el manejo y expresión de emociones, principalmente las negativas, no negarlas ni aferrarse a ellas. Mantener la calma y la paciencia, sosteniendo límites y hábitos.

Recuperar las palabras y el diálogo con el otro, como herramientas que atenúan la impulsividad y permiten la articulación de pensamientos calmos. Dialogar con los niños sobre lo transitorio de la cuarentena, explicando cuidados necesarios.

Organizar/coordinar horarios con actividades. Sostener las rutinas diarias de hábitos en el hogar (desayuno, comidas, baño, lavado de dientes, etc.), siempre considerando la flexibilidad propia de la etapa que estamos transitando.

Aprovechar los recursos y actividades on-line, con las diversas propuestas que actualmente se ofrecen para actividades en el hogar.

Establecer rutinas y formatos tanto de actividades físicas como manuales.

Prestar atención al tipo de juego y a los dibujos que nuestros hijos realicen, ya que es a través de ellos la forma privilegiada que tienen de canalizar y tramitar emociones y vivencias. Permitir que fluya la libre expresión/elaboración de situaciones a partir de éstos recursos, estando alertas a si podría aparecer algún indicador llamativo o particularmente preocupante.

 

¿Puede suceder que finalizado éste período, los niños vean el exterior como una amenaza?.

Al igual que en la pregunta anterior, la representación de los niños dependerá de la forma en la que transiten y elaboren mencionada crisis; no obstante, me atrevo a hipotetizar que, lejos de ver el exterior como una amenaza, aprenderán a disfrutar de cada oportunidad que tengan para realizar actividades al aire libre; ya que seguramente, lo anterior será un aprendizaje que todo adulto tendrá, si hablamos de tomar lo que la experiencia tiene para enseñar. Con esto me refiero a que deseo que cada padre pueda apreciar lo valioso de las actividades, salidas y paseos al aire libre y en contacto con pares y con la naturaleza; si esto sucede nos sentiremos muy felices de retomar nuestras salidas y los niños percibirán nuestro goce y lo disfrutarán de la misma manera.

Lo arriba dicho sin perder de vista también que todo dependerá del tiempo que dure la pandemia, el aislamiento social, las consecuencias  y los resultados que queden. Es tan dinámica e impredecible la situación que resulta casi imposible aventurarse a hipotetizar pensando en el futuro o en la finalización de la misma.

 

¿Deben preocuparse los padres por el excesivo uso de las tecnologías en éste período?

 Refiriéndome a la particularidad de ésta etapa, hay que tomar con flexibilidad todo lo que día a día vaya sucediendo. Es lógico el mayor uso de las pantallas, incluso como adultos también nos sucede, considerando tanto que el contacto con el exterior es a través de la virtualidad como que las ofertas de actividades y propuestas son de manera virtual.

La virtualidad que antes aislaba a personas estando juntas, durante ésta etapa es el recurso para acercarnos y conectarnos estando lejos.

No obstante, y considerando el caso de los niños, creo conveniente, al igual que en otros momentos o etapas, que las pantallas no funcionen como el único recurso existente y posible a lo largo del día o como “excusa” para tenerlos tranquilos y entretenidos. Otro gran desafío durante ésta etapa es tener las ganas y la creatividad de ofrecerles propuestas para ocupar el día dentro del hogar, funcionando las pantallas como una alternativa más a la par de otras.

Por otra parte, no es igual el tipo de uso que se puede hacer de la virtualidad con nuestros niños; con ésto me refiero a que no es lo mismo dejarlos solos en su habitación con el celular, que compartir con ellos una película, juego, cuento, etc. La calidad en el uso de las pantallas es fundamental.

Por último y más aún en niños más grandes que son más independientes en el uso de la tecnología o que ya poseen su propio celular o Tablet, es importante intentar tener control sobre el tipo de información o contenido virtual que consumen. Refiriéndonos particularmente a la pandemia y al coronavirus, existe una sobre-saturación de información y datos, los cuales no siempre son de fuentes confiables ni necesarios manejar.

Los padres tenemos un doble desafío: transitar ésta crisis como adultos que somos con el mayor nivel de madurez posible, reflexionándola como una oportunidad de crecimiento y aprendizaje, generando recursos resilientes; a la vez que acompañar (tanto como ejemplos como a través de lo que hagamos y de lo que evitemos hacer) a nuestros niños a vivenciarla del mismo modo, para que salgan de ella fortalecidos.  

 

 

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