Niños asesinos y niños del playón

Por estos días se conoció la noticia que la Corte Suprema de Santa Fé había ordenado revisar la condena sobre el femicidio de Chiara Paez, hecho cometido por un menor de edad que dio inicio al fenómeno social conocido como “ni una menos”’, también se están cumpliendo siete años por otro hecho aberrante que conmovió a la ciudad de Ceres perpetrado por otra niña, en donde la información sobre la supuesta “libertad” centraliza toda la atención mediática.

Actualidad16 de febrero de 2022Por Ramiro MuñozPor Ramiro Muñoz
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Ambos hechos nos hacen replantear sobre toda la justicia penal de menores, porque el efecto simbólico del delito cometido por un niño nos estremece, nos atraviesa como sociedad y conmociona el armado social y estatal.
¿Qué hay que hacer con la justicia juvenil?... nos preguntamos si estos niños que cometen estos crímenes tan graves siguen siendo niños y se los debe pensar y juzgar como tales, porque nos moviliza tanto y nos desestructura los delitos de los niños? 
En esta interpelación se atreve a pensar  Mary Belof que lo que lo que sucede con el delito del menor es que se nos desvanece todo el ideario apolíneo de la infancia, todos crecemos desde ese ideario apolíneo, del niño bueno, noble, compañero, feliz, el niño MasterCard, podríamos llamarlo entre nosotros el niño del playón– haciendo referencia a este punto de encuentro físico y social que a partir de enero se convocan niños y niñas de San Cristóbal mesclando pasiones deseos y deportes en una convocatoria espontanea sin más vigilancias que la del sol, las vías y el atardecer-.
Ese niño del playón nunca cometería un femicidio…en nuestro imaginario social apolíneo…y cuando nos informan que un niño del playón cometió un delito, pensamos que ya no es niño, o no es nuestro niño, porque si no, se nos derrumba toda la infancia o lo que proyectamos de ella.
Entonces sin un niño ha cometido un delito, nos protegemos como sociedad y ya no lo consideramos niño, pasa de ser niño apolíneo a niño dionisiaco, niño descontrolado, sin límites, y por lo tanto podemos pensar todas las respuestas punitivas – también descontroladas- es decir más allá de la Constitución Nacional.
El máximo tribunal santafecino solo se limitó a decir que el niño que comete delitos sigue siendo un niño, no se convierte en mayor por el hecho aberrante cometido, y la pena estatal también debe ser de acuerdo a la condición de menor que poseía en el momento del hecho.
Interpelarnos que nos sucede con estos hechos es tratar de replantearnos nuestro imaginario de la infancia, animarnos a repensar que niños y niñas queremos tener e idear, seguro la mejor respuesta no está en el derecho penal, tal vez en otras ramas o disciplinas, o quizás en más playones, para que todos los niños sean niños del playón, de algún playón, así estaremos más cerca del niño apolíneo, aunque solo sea un imaginario.

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