Alemania ratificó la condena de "la secretaria del mal" y puso fin a los juicios contra el nazismo

El Tribunal Federal alemán ratificó este martes la condena contra Irmgard Furchner, de 99 años, acusada de complicidad en los asesinatos de más de 10.000 personas en un campo de concentración en Polonia.

Actualidad23 de agosto de 2024Carlos LuceroCarlos Lucero
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A los 99 años realizan la condena de Irmgard Furchner, una nazi complice del holocausto

El Tribunal Federal de Alemania ratificó la condena de Irmgard Furchner, una exsecretaria nazi de 99 años acusada de complicidad en el asesinato miles de personas en un campo de concentración en Polonia. El histórico veredicto, dictado este martes 20 de agosto, puso fin a un largo proceso de juicios contra criminales del régimen nazi, incluso ocho décadas después del final de la Segunda Guerra Mundial.

Apodada "la secretaria del mal", Furchner fue juzgada por el delito de "asesinato cruel y malicioso" durante su paso por la gestión administrativa del campo de concentración nazi de Stutthof, establecido en 1939 en la Polonia ocupada. En 2022 fue hallada culpable de complicidad del asesinato de más de 10 mil personas por un tribunal en Itzehoe, en el norte de Alemania. Su defensa apeló la sentencia pero ahora el máximo tribunal de justicia alemán dejó firme la sentencia de dos años de prisión en suspenso.

El impacto simbólico de la condena de Furchner tiene que ver con que se trata de una de las pocas mujeres que fueron juzgadas en Alemania por crímenes perpetrados durante el Tercer Reich alemán. El juicio, en tanto, cobró especial relevancia dado que fue uno de los últimos que lograron ser concluidos, considerando que muchos de los testigos y sobrevivientes que podrían llevar ante la justicia a otros criminales del nazismo están muriendo. 

El rol de Furchner en la maquinaria de exterminio nazi

Irmgard Furchner fue condenada por complicidad en el asesinato de más de 10.500 personas a través de las cámaras de gas, inyecciones letales, hambruna y la difusión de enfermedades; así como otros cinco casos de intento de asesinato, siendo crímenes cometidos durante su trabajo como mecanógrafa para el comandante del campo de concentración de Stutthof entre junio de 1943 y abril de 1945.

Aunque ella tenía solo 18 años cuando comenzó su trabajo en el campo, la justicia alemana determinó que su rol administrativo facilitó las atrocidades cometidas, haciéndola cómplice consciente en la maquinaria de exterminio nazi. Su trabajo consistía en tomar notas de las órdenes del oficial de las fuerzas especiales nazi SS y llevar su correspondencia mientras ejercía el campo cercano a la actual ciudad de Gdansk.

Tras la liberación del campo, la acusada fue juzgada por un tribunal de menores ya que era una adolescente. Hubo que esperar más de setenta años para que se oficiara un juicio de reparación en su contra. Durante el proceso, varios sobrevivientes del campamento de Stutthof revelaron relatos desgarradores de su sufrimiento. 

Furchner, que no admitió su culpabilidad, expresó ante el tribunal que lamentaba haber estado en Stutthof en ese momento, pero no aceptó responsabilidad por las muertes. Su defensa intentó argumentar que, como joven mecanógrafa, ella no tenía control ni influencia sobre las decisiones del comandante del campo.

Sin embargo, la jueza Gabriele Cirener del Tribunal Federal de Justicia desestimó estos argumentos, destacando que "no se le ocultó nada de lo que sucedió en Stutthof" y que Furchner era consciente de las "condiciones extremadamente malas de los prisioneros".

El campo de concentración de Stutthof, ubicado cerca de la actual ciudad de Gdansk, en Polonia, fue uno de los primeros campos de concentración establecidos por los nazis fuera de la Alemania propiamente dicha.

Se estima que alrededor de 65.000 personas murieron en Stutthof, incluyendo prisioneros judíos, disidentes polacos y prisioneros de guerra soviéticos. Aunque las pésimas condiciones del campo y los trabajos forzados causaron la mayor cantidad de muertes, el campo también contaba con cámaras de gas e instalaciones para fusilamientos, donde cientos de personas consideradas no aptas para el trabajo fueron asesinadas.

Durante su juicio en 2022, el juez Dominik Gross detalló el nivel de conocimiento y participación de Furchner, señalando que ella "apoyó directamente al comandante del campo y a otras personas que trabajaban en la administración del campo... mediante el desempeño general de sus funciones". También indicó que Furchner había "visto la catastrófica condición física de los prisioneros" y "había notado el olor diario a carne humana quemada que emanaba de la chimenea del crematorio".

El simbolismo detrás del juicio a Irmgard Furchner

El juicio de Irmgard Furchner, junto con otros pocos juicios recientes contra criminales nazis ancianos, subraya el principio de que los crímenes de asesinato y complicidad no prescriben, un concepto que Alemania fue sostenido firmemente desde la posguerra. Este principio legal se estableció precisamente en respuesta a las atrocidades cometidas durante el régimen nazi, asegurando que la justicia podría alcanzarse incluso décadas después de los crímenes.

Entre las voces que se pronunciaron al respecto estuvo Christoph Heubner, vicepresidente del Comité Internacional de Auschwitz. Expresó la importancia simbólica de este fallo, subrayando que "para los sobrevivientes de los campos de concentración y exterminio, este fallo judicial no solo tiene una gran importancia simbólica, sino que reafirma que sus testimonios y recuerdos, como testigos sobrevivientes y voces de sus parientes asesinados, han sido reconocidos y considerados en la sentencia del más alto tribunal".

La condena de Furchner, en tanto, marca uno de los últimos capítulos en la larga y compleja historia de los procesos de memoria y justicia en Alemania relacionadas al Holocausto y otros crímenes del nazismo.

Desde los Juicios de Núremberg, que sentaron un precedente para el enjuiciamiento de los criminales de guerra nazis, hasta los juicios más recientes, la justicia alemana no se detuvo en procesar a los responsables de las atrocidades cometidas bajo el régimen nazi. Se trató de una carrera a contrarreloj debido a la edad y estado físico de los acusados y de los testigos, dos factores que complicaron los procesos judiciales.

Como antecedente, está la condena en 2011 del exguardia John Demjanjuk, sobre la base de que sirvió como parte de la máquina de exterminio montada por Adolf Hitler, que sentó un precedente legal que permitió llevar a juicio a varios otros exnazis en años recientes, no por asesinatos directos, sino por su participación en la maquinaria genocida nazi, tal como ocurrió con "la secretaria del mal".

Según la interpretación de medios locales en Alemania, el caso de Irmgard Furchner no solo cierra un capítulo en la justicia del país sino que también sirve como un recordatorio de la importancia de la memoria y la responsabilidad. A pesar de los desafíos del paso del tiempo, la justicia prevaleció para las víctimas y sus familias.

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