La lucha de Martina por jugar al fútbol con los varones llegó a la Cámara de Diputados

Martina Raspo y su familia fueron convocados por la Diputada Nacional Gabriela Estévez del Frente de Todos, a una reunión en Buenos Aires donde participó el INADI.  Martina expuso su deseo de poder jugar ese deporte en iguales condiciones que sus compañeros varones.

Deportes 18/02/2020 El Departamental El Departamental
Martina

Martina es una nena de 8 años, nacida en San Cristóbal y ahora vecina de Morteros, no puede jugar en los partidos oficiales. Sus padres lanzaron un pedido formal para que la Liga de San Francisco le permita saltar a la cancha junto a sus compañeros.  
Martina Raspo es el nuevo caso de nenas que quieren jugar al fútbol y no la dejan. Ella tiene ocho años y juega en Tiro Federal de Morteros, uno de los dos clubes importantes que tiene la pujante ciudad cordobesa.
La familia de Martina es oriunda de San Cristóbal, pero por trabajo cruzaron el límite provincial y se mudaron a Morteros (122 km separan de distancia). Cuando tenía siete años empezó a jugar al fútbol, lo hacía en Independiente de San Cristóbal. El año pasado llegaron a Morteros, la familia le buscó un club y fue así como llegaron al «Tiro», como le dicen los morterenses.
Sus padres (Carolina y Pablo) lograron el primer y gran objetivo para Martina, que siga jugando al fútbol. Álvaro Biglia es el profesor que está a cargo de las categorías 2010 y 2011, el que le abrió las puertas en Tiro, el que comanda un grupo donde juegan 35 varones y la zurda volante santafesina.
La primera cara fea que le mostró el fútbol fue el día donde se acercó al profe para preguntarle si podía jugar los partidos por los puntos. Con toda la incomodidad y la pena del mundo Álvaro Biglia le tuvo que responder que «no podía, que el reglamento no le permite a las nenas disputar encuentros oficiales».
Acto seguido Martina habló con sus padres y a partir de ese momento emprendieron la campaña para que su hija pueda jugar con sus compañeros los partidos  oficiales. En el inicio del mes de diciembre envió una carta a las autoridades de la Liga Regional de San Francisco para que modifiquen el estatuto y permitan que pueda jugar. Hasta el momento las autoridades de la Liga no le dieron respuestas a los padres.
Ahora la pelota la tiene la Liga de San Francisco, tendrá que tomar una decisión respecto al pedido que hicieron los padres de Martina. La respuesta debería llegar durante el mes actual (enero), ya que en febrero se hacen los fichajes de cada equipo.
«Ella se siente bien, lo único que me pregunta a cada rato si ya puede jugar por los puntos. Entiende perfectamente lo que está pasando», asegura Carolina (mamá) en contacto con La Diez. Y aclara que «desde muy chica sólo juega al fútbol, es lo único que le gusta, la quise anotar en otras cosas y no quiso, a patín fue un solo día».
Martina tiene tres hermanos y con ellos «juegan todo el día al fútbol, los vecinos nos deben odiar», dice la madre. «Le enseñan cosas, le corrigen y la apoyan porque saben que es difícil lo de ella, todos juegan y aman el fútbol».
En lo estrictamente futbolístico, según el DT Martina «patea con las dos piernas» y dice que «Martu es una atrevida». Juega de volante por izquierda y también lo hace como delantera, «ella está a la altura de cualquiera».
Rocío y otres
La pelea de Martina y su familia es la pelea de cientos de nenas argentinas que quieren jugar al fútbol en un escenario de igualdad, con ese derecho primordial que debe primar en la infancia, el derecho a jugar. Y en esta lucha de la santafesina se suman jugadoras y jugadores de Primera División, también los padres de sus compañeritos de Tiro Federal, pero quizás el apoyo más destacado proviene de la familia Bonsegundo. Florencia, referencia de la selección nacional que nació en Morteros y pasó por las mismas peripecias que «Martu», todavía tiene a su papá en la pampa gringa cordobesa, y es su padre uno de los que más empuja para que esta cruzada terminé con un final feliz. Mientras que Rocío Correa, futbolista de San Lorenzo y de la Selección Sub 20, se puso en contacto con la familia y luego invitó a otras jugadoras a visibilizar el caso.
Todavía no tiene las referencias de jugadoras de Primera, «siempre le gustaron los jugadores de Boca, en especial Mauro Zárate, y ahora la sigue a Rocío Correa«, dijo Carolina. Y además destacó: «todos los días Rocio me pregunta por ella». Otra jugadora profesional que mantuvo contacto con la familia es Belén Potassa, «sobre ella me habían comentado que se tuvo que ir de su ciudad (Cañada Rosquín) porque no le permitieron jugar por los puntos o algo así cuando era chica».

Jurisprudencia
hay un antecedente favorable para la familia Raspo. Se trata del caso Candelaria Cabrera, la niña que a los ocho años comenzó un reclamo y consiguió que La Liga Casildense de Fútbol le permita jugar para su equipo (Huracán de Chabás) junto a los varones.
Carolina estuvo en contacto con la madre de Candelaria, «me dijo que tuvieron que ir con todo por Cande y además que me dijo unas lindas palabras de aliento».
Un caso cercano
Martina nació en una familia futbolera, hincha de Boca y de Colón, pero en Morteros saben que hay una referencia de la zona que juega con la camiseta opuesta a los colores que ama Martina, se trata de Alegra Risso, la joven de Freyre que hace dos años juega en Unión y que además fue convocada en 2019 a las juveniles de la selección argentina.
La familia sabe del caso de Risso porque el profe Biglia la mencionó en varias oportunidades, pero la mamá de Martina se lamenta por no tener los recursos para viajar. «No contamos con el dinero para llevarla a Rafaela o Santa Fe».
Hoy Alegra (13 años) es un espejo cercano en la zona, pero lamentablemente tuvo que irse de su ciudad para poder jugar. «Martu» en Morteros, Ale en Freyre y otras tantas a lo largo de todo el país sólo quieren jugar al fútbol y sueñan con vivir del deporte más lindo del planeta.
Cuando se hizo esta nota la anécdota estaba bien fresca en la memoria de Carolina, «hoy llegamos de viaje, salimos hacer un mandado y la pelota estaba adentro del auto; cuando me dí cuenta Martu se había sacado las sandalias y había hecho un arco en la vereda con sus sandalias, un hermano (Clemente) atajaba y ella jugaba con el otro (Juan Román)».
No hay derecho a romper la ilusión, sólo vale el derecho a jugar. Ojalá que ese derecho prevalezca en el sentido común de los dirigentes de la Liga de San Francisco y que el próximo 4 de febrero, cuando Martu cumpla 9 años, le regalen la posibilidad de salir a la cancha con sus compañeros y jugar por los puntos.

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