Créditos UVA: la primera ejecución y otras familias que están por perder su casa
El acceso a la vivienda es un tema que desvela a la mayoría de los argentinos en un país con un déficit habitacional que alcanza a los 3,5 millones de viviendas.
En pleno 2017, el lanzamiento de los créditos UVA, que se actualizaban por la inflación, logró que más de una familia pudiera cumplir el sueño del techo propio. Ahora se dio a conocer el primer caso de la ejecución de una propiedad por falta de pago. La familia Macaluso sacó el crédito hipotecario UVA en 2017 para comprar una propiedad en San Rafael, Mendoza. El plazo de pago era 30 años pero hoy en 2021 fue notificado de la ejecución. Marcelo sacó un préstamo para un crédito por $ 2.000.000 en el Banco Nación. Arrancó pagando cuotas de $ 9000, en abril de 2019 se le disparó a $ 21.000 y en ese momento no pudo pagar más. Y si bien presentó un recurso de amparo ante la justicia federal de San Rafael, nada evitó esta notificación: el juez lo rechazó argumentando que el valor de la casa iba subiendo en la misma proporción. Ahora volvió a presentarse ante la justicia para que su casa no sea rematada.. Hoy debe $ 9.000.000 y la cuota ascendió a los $ 45.000 mensuales.
La situación es paradójica porque hay dos realidades. Por un lado, están quienes consideran que los créditos UVA fueron la llave para comprar su primera vivienda y que, en el peor de los casos, pueden vender su departamento y saldar la deuda. Por el otro, los endeudados que no pueden pagar la cuota y están a punto de perder su casa. Son dos caras de una misma moneda. Y el caso de los Macaluso no es el único.
Oriundos de Capital Sarmiento, Sandra Zabala y José María Teston sacaron un préstamo a 15 años. El plan era perfecto: terminar de pagarlo cuando él se jubilara, comprar una casa a medio hacer para adquirirla a bajo precio y más adelante refaccionarla, abonando una cuota similar a la que pagaban de alquiler.
“Compramos una casa sin terminar, muy básica, por no decir precaria. Le falta el revoque, no tenemos piso, ni tampoco cielorraso, pero nos decidimos porque pensábamos que con el tiempo íbamos a poder solventar la cuota y llevar adelante las terminaciones. Pero en 33 meses acumulamos un desfasaje de casi el 300%,” remarca Sandra.
Para graficar en números, accedieron al crédito hipotecario en junio de 2018, por un monto de $ 1.200.000 y una cuota de $ 10.544 (no tan alejado de los $ 9500 que pagaban de alquiler). Hoy en día la suma adeudada ascendió a $ 3.126.000 y la cuota mensual trepó a $ 30.000. Sandra tiene una pensión. José trabaja en la industria de la alimentación, por lo que fue esencial durante los meses de confinamiento. En total, la relación cuota-ingreso es del 50%.
“Al día de hoy nosotros no pudimos poner un ladrillo, un revoque, nada. Solo pudimos diferir la cuota en agosto, y con esa plata tapamos algunos huecos que había. Ahora esa herramienta se va y nosotros a remarla de nuevo”, cuenta José.
Por una situación similar atraviesa Silvina Basile. Docente, con tres trabajos, señala que la cuota representa el 60% de sus tres sueldos y que si paga su deuda mensual no come. Ella compró su primer departamento en La Plata, casi 15 años atrás. El préstamo lo terminó de saldar en 2015, pero en 2018 se endeudó nuevamente a través de un crédito UVA: sus hijos habían crecido y los 54 metros cuadrados donde vivían les quedaban chicos. Silvina recuerda que en aquel momento, el crédito UVA era su única alternativa. “Era inviable sacar un crédito tradicional, me pedían un salario básico de $ 120.000 cuando yo cobraba la mitad, las cuotas eran de $ 40.000 en vez de $ 16.000. No tuve otra opción”, relata.
En números, una banca pública le prestó $ 2.500.000, mientras que el 40% restante que valía su nuevo departamento lo saldó con la venta de la vivienda anterior. A su vez, la cuota arrancó en los $ 16.600, representando un 22% de su salario. Pero, a marzo de 2021, la deuda que acumula es de $ 7.600.000 y la cuota es de $ 47.000, afectando al 61% de sus ingresos.
Estas son solo algunas de las tantas experiencias del colectivo Hipotecados UVA, un espacio creado y conformado por personas que no pueden hacer frente al pago que contrajeron hace cuatro años atrás. Para ellos, la ilusión de la casa propia se convirtió en una pesadilla que los deja sin aire: las cuotas exceden la capacidad de sus bolsillos. La inflación y los bajos sueldos potencian el drama.
“Tomamos préstamos hipotecarios UVA en su mayoría para comprar nuestra única vivienda. Es nuestro techo, no una inversión. Y somos personas trabajadoras, de clase media. La imprevisibilidad de este país hace que ni con todo el esfuerzo del mundo se pueda acceder a una casa, y cuando accedes, no podés pagar la cuota”, explican los adeudados.
No hay una única lectura sobre el resultado del plan. Mientras los expertos del mercado inmobiliario aseguran que quien sacó un crédito UVA hizo un buen negocio y que, en el peor de los casos, puede vender su departamento y saldar la deuda, la realidad que comparten algunos de los endeudados es muy diferente. El Banco Central indica que la morosidad es apenas del 0,6%, pero los hipotecados se preguntan retóricamente: “¿Cómo pretenden que haya morosos si se debita automáticamente de la tarjeta antes de que nos depositen el sueldo? Te chupan la cuota, la única forma de ‘zafar’ es si no tenés trabajo, ¡y dicen que no hay deudores!”.
Fuente: El Litoral
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