El campo como reserva natural: sustentabilidad económica y ambiental para potenciar la empresa agropecuaria

La legislación santafesina contempla la inscripción de establecimientos como s (RPUM). Ampliar el negocio hacia el ecoturismo, certificar una producción sostenible y hasta obtener mayor seguridad en el predio, son algunos algunos beneficios -además de la conservación y el disfrute de la naturaleza- que destacan quienes ya se sumaron.

03/06/2024 Carlos Lucero Carlos Lucero
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Desde 2003 Santa Fe cuenta con un Sistema Provincial de Áreas Naturales Protegidas, creado por la Ley Nº 12.175. Son ambientes o territorios sujetos a un manejo especial para cumplir objetivos de conservación, protección y/o preservación de su flora, fauna o paisaje. Estas áreas se clasifican en: reservas naturales, científicas, hídricas, culturales, paisajes protegidos, parques provinciales y monumentos naturales.

 También pueden ser Reservas Privadas de Usos Múltiples (RPUM): establecimientos de particulares que, mediante un convenio con el Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático, se suman a las áreas protegidas de la provincia. Sin resignar utilidades ni restringir el uso de la tierra, generalmente agrícola-ganadera, se comprometen a garantizar la conservación de los recursos naturales o facilitar su regeneración.

 Para cumplir el objetivo, pueden adoptar prácticas sustentables como el pastoreo rotativo o la cosecha de agua. También, sumar actividades relacionadas con el disfrute o estudio de la naturaleza, como son el turismo rural, avistajes, senderismo y safaris fotográficos, entre otras. O implementar un plan de manejo del monte nativo y percibir los fondos que provee la Ley de Bosques, útiles para invertir en infraestructura y mantenimiento del predio.

 Entre los beneficios que les genera, quienes inscribieron su establecimiento como RPUM destacan la rápida respuesta del Estado ante una intromisión, ya que las fuerzas de seguridad tienen prioridad para actuar frente a un conflicto en una de estas áreas. También consideran que en el mediano plazo puede mejorar el negocio agropecuario, certificando que su producción proviene de una reserva natural.

 

Más superficies protegidas

 

A su vez, las RPUM fueron designadas como piezas clave en la implementación de planes de conservación, como el diseñado para la protección del cardenal amarillo y el águila coronada, dos monumentos naturales santafesinos. Por este motivo, y porque está planteado en la Ley 12.175, es un objetivo “ampliar la superficie protegida” en la provincia.

 La Directora de Bosques y Áreas Protegidas, Luciana Manelli, sostuvo que la meta en Santa Fe -a tono con el Acuerdo de París de la Biodiversidad- es alcanzar un 30% de la superficie protegida para 2030. “Actualmente estamos muy por debajo y por eso estamos muy interesados en generar convenios con propiedades privadas que evalúen sumarse”, indicó.

 La funcionaria aclaró: “no quiere decir que en ese 30% no se pueda hacer nada”, sino que “hay muchos niveles de protección” para inscribir una propiedad. Entre los requisitos, el primero es de escala, ya que la superficie mínima es de 1.5 hectáreas. Tampoco se pueden hacer actividades extractivas o intensivas: “no un feedlot, pero sí ganadería silvopastoril; abejas; senderismo”. Y no es obligatorio clausurar áreas del campo, aunque puede hacerse si el propietario lo desea. El Estado también apoya estas iniciativas desde la Secretaría de Turismo del Ministerio de Desarrollo Productivo, brindando asesoramiento en el diseño de servicios turísticos para ofrecer.

 

El caso de “La Herminia”

 

Una de las más recientes en crearse es la RPUM “La Herminia”, propiedad de Francisco Buyatti. Ubicada en el departamento 9 de Julio, consta de 2.500 hectáreas de monte con abras, en las que conviven en armonía la ganadería bovina con la fauna y flora silvestre. “Tengo tres especies que están en vías de extinción” dijo, en referencia al águila coronada, el cardenal amarillo y el aguará guazú; además de pumas y pecaríes de collar, entre otras tantas aves, reptiles y mamíferos. En base a este recurso, también apunta a desarrollar el ecoturismo. Desde que empezaron a circular fotos de esa biodiversidad, “se me llena el campo de gente los fines de semana”.

 El productor decidió sumarse “porque se puede producir conservando, sin alterar tanto el medioambiente”. La inscripción, dijo, no es para nada engorrosa. Sólo hay que comunicarse con la Secretaría de Medioambiente, manifestar el interés y presentar la documentación del establecimiento. “Vienen, hacen un estudio de la fauna y la flora, y te dicen cómo podrías manejarlo sustentablemente”.

 Por otra parte, aclaró: “no incide casi nada en la producción; lo único que no puedo hacer es desmontar”. Algo que no le interesa, porque ese bosque tiene un valor productivo, especialmente cuando el clima aprieta. “Por ejemplo en períodos de seca, es espectacular como el animal aprovecha la fruta del monte”.

 Entre otros beneficios, Buyatti remarca como muy importante la protección contra los cazadores furtivos. “Al tener el campo en reserva, hoy la Guardia Rural tiene la obligación de venir ante una denuncia porque es como si fuera un parque nacional”.

 Mientras avanza en la oferta turística, el productor no duda que como ganadero obtendrá un beneficio de ser una RPUM. “Yo se que el día de mañana me va a redituar, porque criar hacienda en campo natural será un nicho de mercado muy rentable que voy a poder atender; a la larga va a ser una ventaja tener el campo produciendo sustentablemente”. Incluso el mercado de los bonos de carbono, aunque es “incipiente”, a futuro también le resulta atractivo.

 Buyatti afirma que la figura de la RPUM genera un creciente interés entre sus pares. “Mis vecinos vinieron y conocieron; estuvimos en charlas con técnicos del Conicet y de Medio Ambiente de la provincia y están interesados en sumarse”, aseguró.

 

 

 

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