30 años del Mercosur: Avanzar hacia nuevas formas de organización

La realidad latinoamericana continúa mostrando un escenario de disputa entre modelos antagónicos: uno de dominación mundial, de sojuzgamientos de pueblos, de conculcación de derechos; el otro repleto de historias de resistencias, de luchas por la dignidad humana, del permanente desafío por construir una sociedad justa, libre y soberana.

Política29 de marzo de 2021Carlos LuceroCarlos Lucero
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por Claudio Leoni¹unnamed (3)

Es un continente donde la confrontación geopolítica, económica y financiera – si bien tiene nuevos actores y metodologías (rol de las corporaciones de medios y la persecución judicial entre otras– continúa abiertamente

El triunfo de los partidos que reportan a concepciones neoliberales ha impactado en toda Latinoamérica y, como no podía ser de otra forma, en esa institucionalidad expresada en la CELAC, la UNASUR y el propio MERCOSUR.

La ofensiva de las derechas en los gobiernos avanzó en desarticular aquel proceso donde gobiernos nacionales y populares comenzaban a dar respuestas a demandas históricas de sus pueblos.

Reducir el MERCOSUR a un mero espacio para la formulación de negocios, fortaleciendo los estamentos de comercio pero ya no como una propuesta de conjunto sino desarmando los propios mecanismos de cooperación intra bloque y bastardeando e ignorando el rol del movimiento obrero o temas y estructuras esenciales de lo social, son elementos imprescindibles de evaluar y reconocer en esta nueva realidad mercosureana, para saber también cuáles pueden ser nuestras propuestas y expectativas en el marco de lo querible y de lo posible.

Comprendiendo esta realidad organizamos en Santa Fe en diciembre de 2019 la Cumbre de los Pueblos durante la Presidencia Pro Tempore de Argentina, para dar una señal clara de que el movimiento nacional y sus organizaciones sindicales no están desentendidos de esta situación, la comprenden y actúan en consecuencia. Una señal de ese presente pero, claramente también, a este futuro que enfrentamos.

Desde este marco es imprescindible abordar la realidad del MERCOSUR y nuestras propias expectativas frente al mismo. Para ello parece oportuno recurrir al posicionamiento de las Centrales Sindicales del Cono Sur frente al Tratado con la Unión Europea. Señalan allí que el acuerdo “no otorga ningún papel a los sindicatos para monitorear y garantizar el respeto de los compromisos con las normas laborales internacionales fundamentales y no reconoce la creación de un Foro Laboral específico que supervisaría la implementación de la dimensión laboral; en consecuencia, desconoce el rol democrático de los interlocutores sociales (empresarios y sindicatos) como agentes fundamentales del desarrollo sostenible”.

Esto debe también analizarse en una perspectiva más integral, porque en la centralidad de la relación Trabajo y Producción radica una de las herramientas más potentes del movimiento obrero frente a este tipo de iniciativas, como a otras que ya hemos vivenciado en América Latina a través de los de Tratados de Libre Comercio.

A su vez al “…no considerar las asimetrías de las dos partes socava a las industrias nacionales”, carece de mecanismos para promover las pymes y a partir de allí sabotea el mercado interno y quiebra la posibilidad de construir otro modelo de crecimiento, de distribución del ingreso y de la riqueza.

Es imperioso también resaltar –tal como explicitan las CCSCS- que la información hasta hoy suministrada sobre dicho Acuerdo, “no incluye salvaguardias sólidas y vinculantes que garanticen la protección ambiental y el respeto de los derechos humanos y laborales” y aún peor, no contiene compromisos efectivamente vinculantes para respetar las Normas Internacionales del Trabajo; es decir surge como una tarea permanente, poner la normativa de la OIT en el escenario para informar y explicitar las graves consecuencias a los que MERCOSUR-UE expone al conjunto de las sociedades y las organizaciones sindicales y sociales, involucradas directa o indirectamente

Por otro lado, sería un error, frente a estas realidades, caer en un determinismo pesimista que nos lleve a la conclusión de que nada puede hacerse hacia el interior del MERCOSUR, aún, reconociendo las limitaciones que los mecanismos decisorios – construcción de consensos absolutos- establecen, más allá del posible ingreso de Bolivia.

En ese sentido esta etapa puede transformarse en una oportunidad para repensar nuestras propias institucionalidades y espacios regionales como movimiento obrero, entendiendo que debemos ir hacia nuevas formas de integración que recoja no sólo nuestras comunes historias y construcciones sino que también miré hacia todo el universo de lo social y lo político. Y preguntarnos autocríticamente si nuestras estructuras supranacionales y específicamente las latinoamericanas han dado respuesta a las necesidades e intereses de la clase trabajadora en cualquier país. Ámbitos que nos permitan un mayor seguimiento de los procesos y con la posibilidad de acrecentar presencia ante cada situación que vaya surgiendo y que abra renovadas oportunidades para la integración. Analicemos estas posibilidades con la amplitud que la hora demanda.

Debemos construir nuestra propia agenda sobre los temas que desde la CCSCS se han venido estableciendo, sumando los que surgen de la lucha en cada país y de las experiencias emergentes, por ejemplo todo lo que implica en el mundo del trabajo las nuevas tecnologías y la comunicación en sus más novedosos formatos, hasta los procesos de concentración del poder económico y financiero.

A partir de este desglose pero reafirmando una agenda común, establecer los temas prioritarios y estratégicos y los mecanismos y herramientas con los cuales los vamos a abordar y difundir.

Concretar una política de comunicación común, fortaleciendo los espacios y estructuras existentes pero aumentando fuertemente los niveles de articulación y el uso de los recursos humanos y materiales que poseemos.

Un plan de capacitación, que nos permita de manera virtual o presencial, debatir y consolidar la formación de cuadros y militantes sindicales en la perspectiva regional e internacional.

Debemos también aprender de nuestros errores, revisar prácticas, y dejar mezquindades de lado, sabiendo que estas problemáticas atraviesan nuestras organizaciones.

Por lo tanto es tiempo de asumir estos desafíos y sumar esfuerzos colectivos para retomar la iniciativa política en clave latinoamericana.

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