Debate presidencial: Massa arrinconó a Milei y salió mejor parado de los intercambios

Al revés de lo que indica la lógica, el candidato oficialista puso las preguntas y el retador falló en las respuestas. Massa se mostró sólido y profesional, Milei titubeó en varios tramos del debate. A una semana del balotaje, la gran incógnita sigue siendo el comportamiento de los indecisos.

Política13 de noviembre de 2023Por Ramiro MuñozPor Ramiro Muñoz
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Los candidatos presidenciales Sergio Massa y Javier Milei se enfrentaron este domingo en el último debate televisivo previo al balotaje del próximo 19 de noviembre. Quedaron a la vista dos estrategias diferentes: el postulante de Unión por la Patria se mostró seguro en sus exposiciones y atacó con eficacia a su rival, que se limitó a repetir su libreto de campaña.

Durante casi dos horas, Massa y Milei protagonizaron fuertes intercambios –políticos en algunos momentos, personales en otros– y quedó la sensación de que el actual ministro de Economía salió mejor parado de ese trance, sobre todo porque el libertario no supo o no pudo hacer hincapié en las promesas incumplidas de la actual gestión.

El postulante de La Libertad Avanza dejó de lado su tono agresivo y trató de mostrarse moderado, pero trastabilló en distintos momentos de la contienda y quedó contra las cuerdas, casi sin respuestas, cuando Massa lo interpeló sobre su pasantía en el Banco Central y sobre la idea de que los candidatos presidenciales se sometan a un examen psicotécnico.

El debate, realizado en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Buenos Aires, tuvo seis tramos: economía, relaciones internacionales, educación y salud, producción y trabajo, seguridad y derechos humanos y convivencia democrática.

La transmisión televisiva superó los 45 puntos de rating sumados todos los canales de aire y de cable, lo que demuestra el gran interés que generó el debate presidencial entre la ciudadanía.

 

La dinámica del debate: Massa puso las preguntas, Milei falló en las respuestas

De entrada, se pudo ver que Massa estaba decidido a tomar el protagonismo. Habló de “un gran cambio” para tomar distancia del gobierno de Alberto Fernández –del que forma parte– y se mostró como un político profesional conocedor de los desafíos que deberá encarar si gana las elecciones.

En su presentación, Milei buscó perfilarse como un economista sin recorrido por la política ni la función pública y trató proyectarse, justamente en base a esa suerte de “inexperiencia” positiva, como una persona capaz de solucionar los problemas inmediatos: inflación, carga impositiva, costos laborales y un largo etcétera. 

Ya desde ese primer momento del debate se pudo observar que la estrategia de Massa iba a pasar por exponer las contradicciones de Milei. Apeló al nutrido archivo de declaraciones disruptivas de su oponente para ponerlo en aprietos. Y muchas veces lo consiguió.

Es habitual, en cualquier debate previo a una elección, que el postulante del oficialismo quede contra las cuerdas porque es quien debe responder por los problemas del presente. Para los adversarios –en términos de boxeo, el retador–, es todo futuro. Para los oficialistas, es todo presente: los problemas actuales, el ineludible ahora.

Por eso resultó llamativa la dinámica de este último debate pre-balotaje: fue Massa quien impuso los temas y las preguntas, cuando debió haber sido al revés. Un punto a favor del ministro, que increíblemente o no –al fin y al cabo, estamos en la Argentina– llega competitivo y con chances a la segunda vuelta electoral, aun con una inflación anual del 140% y una tasa de pobreza por encima del 40%.

En el primer tramo del debate, sobre economía, Milei apeló a los dogmas que lo llevaron a convertirse en una opción capaz de disputar la Presidencia de la Nación. Hizo anti peronismo explicito, fustigó al Estado, volvió a criticar aquella idea de que “ante cada necesidad, nace un derecho” y repitió su receta para achicar el déficit fiscal, que según su libreto es el origen de todos los problemas del país.

Massa lo apretó desde el vamos cuando le preguntó en términos binarios (por sí o por no) sobre sus ideas de privatizar las empresas del Estado, dolarizar la economía, eliminar los subsidios y cerrar el Banco Central. Milei titubeó ante cada pregunta de Massa y no pudo responder en forma convincente: no quedó claro si todas esas ideas solo son speech de campaña o si realmente pretende ponerlas en práctica en caso de ganar el balotaje.

Lo mismo ocurrió en el segundo tramo del debate, cuando Massa arrinconó al libertario respecto de sus dichos sobre romper relaciones con China y Brasil, dos países “comunistas” según el evangelio libertario, que son a la vez los dos principales socios comerciales de la Argentina. Tampoco allí quedó claro cuál es la idea de Milei, que propone abrir mercados al mismo tiempo que tacha de esa lista a los países con los que actualmente comercia la Argentina.

El candidato libertario, en línea con el menemismo, prometió alinear al país con los Estados Unidos. Y luego ensayó una desgraciada comparación entre Margaret Thatcher, la Guerra de Malvinas y las derrotas argentinas en remotos mundiales de futbol, donde además equivocó Holanda con Alemania.

Preguntas binarias y psicotécnico: la estrategia de Massa para sacar de eje a Milei

Sin dudas, el momento clave del debate fue cuando Massa decidió arrojar una batería de preguntas envenenadas dirigidas al libertario: sobre el arancelamiento de las universidades públicas, la privatización del sistema de salud y la poda de subsidios. Milei quedó tecleando, muchas veces sin respuestas o con contragolpes políticos –como asociar a Massa con el kirchnerismo– que no terminaron de dar resultado.

En ese tramo del debate, el actual ministro puso contra las cuerdas a su oponente al recordarle su paso como pasante en el Banco Central. Le preguntó por qué no le renovaron esa pasantía y, ante el mutismo de Milei, lo doblegó al sacar a colación su propuesta de que los candidatos a cargos ejecutivos deban realizar un examen psicotécnico.

Después de esos cruces, Milei se mostró desorbitado, bajó el tono y pareció falto de confianza y seguridad: justamente, los atributos que lo pusieron en carrera como candidato competitivo a la Presidencia de la Nación.

El resto del debate transcurrió bajo la misma dinámica. Milei estuvo ortodoxo cuando debió hablar de impuestos, trabajo y cargas laborales. Pero no supo salir del paso cuando Massa le preguntó si su programa de gobierno incluía la eliminación de las indemnizaciones y las vacaciones pagas. El libertario tampoco estuvo sólido durante el tramo sobre seguridad y cometió el error de cederle la palabra a su oponente: dio a entender que no tenía nada para proponer más allá del remanido slogan de que “quien las hace, las paga”.

A una semana de una elección crucial para la Argentina, Massa pudo mostrarse ante las cámaras como un candidato preparado y profesional. Milei, en cambio, quedó atrapado en su libreto y no pudo salir del paso cuando se vio acorralado en la discusión.

Los debates públicos rara vez modifican la intención de voto, pero en el escenario actual –en el que las encuestas muestran una alta cantidad de personas que siguen indecisas– pueden funcionar como un instrumento de clarificación. Lo dirán las urnas dentro de una semana.

 

 

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