
29 de abril: Una herida que no cicatriza, 22 años después
Veintidós años pasaron desde aquel día en que el agua cubrió la ciudad, pero para quienes lo vivieron en carne propia, el recuerdo sigue intacto. Late en la memoria, se asoma en los sueños, se filtra en las conversaciones familiares, y aún hoy, duele. Duele como si todo hubiese ocurrido ayer. Porque hay heridas que no cierran. Porque hay silencios que siguen gritando. Porque hay días que no se olvidan nunca más.